miércoles, 30 de diciembre de 2009

2010


El 2009 se va dejando muchos hechos para la reflexión: El dolor por la muerte de Mercedes Sosa, Raúl Alfonsín, Mario Benedetti y Margarita Barrientos como personalidades principales. La abrupta llegada de Zulma Lovato y Ricardo Fort a la televisión que no hacen otra cosa que confirmar lo que hace rato sabíamos: En la TV importa mucho más el envase que el contenido, la imagen al discurso y si estos engendros venden y dan rating, debemos preocuparnos a futuro sobre el tipo de televisión que queremos y, sobre todo, nos merecemos. Las elecciones que se adelantaron y en donde se produjeron acontecimientos bastante particulares: La invención vergonzosa de los “testimoniales”, la unión de la oposición que se desunió un rato después, el oficialismo que se siguió manejando como si nada hubiera ocurrido y la falta de madurez y humildad de los triunfadores para saber qué hacer de allí en adelante.


Como en todo suceso humano hubo buenas y malas: Siguió muriendo gente por la violencia cotidiana llamada inseguridad. Mucha más gente siguió muriendo por problemas de tránsito donde el que maneja desconoce a los demás, el que controla desconoce sus funciones y el peatón desconoce a todos los otros que andan cerca suyo. Por fin se sancionó una ley de Medios Audiovisuales que marca el inicio de largos debates que nos beneficiarán a todos. Se sigue desconociendo la verdadera problemática del campo, como si sólo fuera una pelea entre sojeros y no sojeros. La Asignación Universal por Hijo vino a traer a fines de este año un poco de justicia y movimiento del consumo, tratando de cubrir necesidades y faltantes en los hogares más humildes. Se consagraron Del Potro y Pechito López, se hundieron, cada vez más Moyano y Ernestina Herrera de Noble.


Después de este apretado resumen donde muchos acontecimientos quedaron afuera por olvido u omisión (lo de la familia Pomar merecería un texto extra) mi deseo para el 2010 es que estemos mucho mejor, más felices entre familia y amigos, con más paz interior y más ganas de progresar y de seguir avanzando. Recordando lo bueno para que se sigan multiplicando estos hechos y no olvidando lo malo para tratar de no repetirlo.


Eso si, tengamos cuidado ya que Cleto Cobos sigue sumando adherentes en su carrera proselitista y Julio Iglesias nos visitará en febrero.


MUY FELIZ AÑO PARA TODOS






jueves, 24 de diciembre de 2009

Navidad


La navidad, dicen, es la época de renovar la esperanza. Aunque ya estemos viejos para creernos algunos versos está bueno este momento en el que nos volvemos a esperanzar y a sentirnos alegres.


También, para los que ya cumplimos unos cuantos años, este es un momento de recordar. Acordarse de nuestra niñez. Ese tiempo en que espiábamos debajo del arbolito tratando de adivinar por tamaños y formas. De nuestra juventud en donde rogábamos que dieran las doce para apurar el brindis y salir a festejar con amigos. Siempre comiendo mucho y durmiendo poco, pero eternamente felices.


Hoy nos volveremos a juntar alrededor de una mesa. Volveremos a brindar y a comer inconmensurablemente. Pero estamos obligados a apartarnos un rato, cerrar los ojos y, nuevamente, renovar la esperanza de una vida mejor. Estaremos, seguramente, de acuerdo con lo vivido. Veremos felices a los más pequeños que serán hoy quienes estén pendientes por lo que haya debajo del arbolito. Estaremos tristes recordando a quienes ya no están entre nosotros.


Pero también estamos obligados a mirar a nuestro alrededor y no olvidarnos de la gran cantidad de personas que hoy no comerán, que no estarán entre amigos, que no tendrán una cama limpia donde dormir después de las doce. Pero no sólo no podemos olvidarnos de ellos, sino también tendremos que pensar qué hacemos por ellos.


Para los solos, para los acompañados, para los que coman hasta reventar, para los más pequeños, para los más viejitos, para los que sueñan que por fin se les dé. Para los que quieren de regalo un trabajo o alguien con quien compartir la vida. Para los que poseen una tristeza infinita. Para los que esperarán las doce para reunirse con amigos. Para los que no tienen con quién compartir. Para todos.


MUY FELIZ NAVIDAD

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jueves, 10 de diciembre de 2009

La palabra perro no muerde

El siguiente post se lo robé al periodista Reynaldo Sietecase y expresa lo que muchos sentimos al ver como terminó uno de los casos más resonantes de los últimos tiempos, que deja muchas cosas para cuestionarnos

Por Reynaldo Sietecase
09.12.2009
Se dijo que la familia Pomar había escapado a un país limítrofe. El motivo: le debían plata a mucha gente. Una variante de la misma hipótesis: se fueron porque los acreedores eran personas muy poderosas y sus vidas corrían peligro. Si se quedaban en el país, los iban a matar.






Se dijo que podía tratarse de un conflicto familiar. En ese caso, el jefe de la familia era el eventual responsable de la desaparición de su esposa e hijas. Dijeron que tuvo tratamiento psiquiátrico. Se tiró al río con el auto, especularon.

Se dijo que Luis Fernando Pomar estaba armado.

Se lo difamó dejando entender que podía haber abusado de alguna de sus hijas y que ésa era la verdadera razón de la súbita fuga.

Se habló de una crisis en la pareja y de antecedentes de violencia intrafamiliar.

Se especuló con un ajuste de cuentas vinculado con el narcotráfico. Pomar es bioquímico, se dijo. Y aunque su padre explicó que sus conocimientos en el tema eran básicos, se habló de tráfico de efedrina.

Se dijeron muchas cosas más.

Sobre todo en la tele.

Se barajaron las hipótesis más disparatadas.

No faltaron las especulaciones sobrenaturales. Hubo notas a brujos y videntes. “Están todos bien, caminando por un trigal”, aclaró uno de los “especialistas” consultados.

Se habló hasta de la intervención de extraterrestres.

Fabio Zerpa tiene razón. “Seguro los chupó un ovni”, me dijo un taxista ofendido por los pocos datos que le pude aportar a su curiosidad. “Lo dijeron en la radio. Ya le pasó a otra gente”, remató.

Es cierto que la mayoría de estas hipótesis fue alentada por “fuentes de la policía”, pero el manejo de la información en el caso Pomar tuvo una levedad alarmante.

Quizá esto no debería sorprender a nadie. En el medio periodístico se venera una frase atribuida a Samuel “Chiche” Gelblung: “Que la verdad no te arruine una buena nota”.

Cuando el Fiat Duna de los Pomar apareció destrozado en un zanjón ubicado en una curva peligrosa de la ruta 31 y sus cuerpos esparcidos en derredor remitían al resultado de un accidente automovilístico, todos replegaron sus argumentos sin el menor acto de arrepentimiento.

La prensa fue, entonces, a por los investigadores y los funcionarios bonaerenses. La ineficacia de la policía es evidente: no revisaron una parte del trayecto que los Pomar hacían habitualmente en sus viajes a Pergamino. Y los funcionarios no resolvieron los pedidos de señalización que los vecinos de la zona les hicieron reiteradamente. Durante el 2009 hubo cuatro accidentes graves y un saldo de once muertes. Hasta hicieron planteos por escrito al gobernador Daniel Scioli.

La responsabilidad política en el caso Pomar es innegable, pero pocos se detuvieron a analizar la mala praxis periodística. Se ha instalado en los medios una suerte de impunidad. Se puede decir cualquier cosa. Los periodistas nos debemos un debate profundo sobre la calidad de los mensajes que emitimos.

Pero esta costumbre no abarca sólo al mundo de la tele. En la misma semana en que se conoció el trágico desenlace de la familia Pomar, un analista de política internacional se alarmó ante el triunfo de Evo Morales. El sesenta por ciento de los votos, el contundente respaldo popular al presidente boliviano, fue traducido para sus oyentes como un peligro para la democracia. “Se viene un período de hegemonía y cercenamiento de libertades”, fue la conclusión.

Y el martes pasado el corresponsal del diario La Nación en Santiago de Chile –a mi gusto el medio que mejor y mayor despliegue brinda a las coberturas internacionales– se refirió al asesinato del ex presidente Eduardo Frei como el “primer magnicidio” de la historia de Chile. Como si el asesinato del presidente constitucional Salvador Allende no hubiese ocurrido. Frei, que gobernó el país trasandino entre 1964 y 1970 y, en un principio, apoyó el golpe del general Augusto Pinochet contra el gobierno de Allende. Pero cuando comprendió que el dictador pretendía eternizarse en el poder, lo enfrentó. Fue entonces cuando Pinochet, según acaba de revelar la Justicia chilena, ordenó que lo envenenaran. Para el columnista del diario porteño la muerte de un presidente socialista no tiene la misma entidad que la de un ex presidente de centroderecha.

Son cosas que se dicen. Son cosas que se escriben. No pasa nada, me dirán. Como no se cansa de explicar el gran poeta Mario Trejo: “La palabra perro no muerde, el que muerde es el perro”.