lunes, 24 de noviembre de 2008

Hambre



El estado de debate es permanente en nuestro país. Lástima que no nos sentemos a debatir asuntos trascendentes. El viernes por la mañana se debatía en que repisa pondríamos nuestro nuevo trofeo “La Copa Davis”. Pero el sábado por la tarde nos proclamábamos eternos perdedores. Algunos gobernantes trasnochados debaten si Cristina debe seguir con o sin vice. Se publicita la dualidad: baile en la nieve o baile bajo la lluvia. Si el campeón es Boca, San Lorenzo o ninguno de los dos

Aparte del debate la opinología es la ciencia nacional: Los que nunca pisaron polvo de ladrillo decían cómo ganarle a Nadal. Los que no distinguen el debe del haber opinan que la crisis internacional no nos afectará. Los que no saben ni dónde queda una farmacia opinan sobre la efedrina y sus consecuencias. Moyano habla de democracia sindical. Lilita de participación política. Los ruralistas que hace poco pararon al país ahora piden por las retenciones móviles.

Hace casi una semana dos jóvenes se suicidaron en un instituto de menores. Esta noticia que pasó casi inadvertida por la sociedad es escalofriante más allá de las muertes. En el instituto recién inaugurado no había psicólogos, médicos, psiquiatras ni asistentes sociales. En esta Argentina actual tan terrible como asombrosa se siguen discutiendo temas banales en la sociedad mientras los de fondo siguen esperando.

El hambre es uno de ellos. En nuestro país 25 chicos por día mueren por causas relacionadas con el hambre y en provincias como Formosa la mortalidad infantil llega al 30 por mil. “Yo digo que el hambre es inexplicable en la Argentina, un país que es el quinto exportador de cereales del mundo”, afirmó Alberto Morlachetti, coordinador nacional del Movimiento Chicos del Pueblo

Si como sociedad seguimos dormidos ante nuestra propia realidad, los temas insignificantes prevalecerán sobre los reales y nos atontaremos pensando que lo único importante es la guerra “Pells – Tinelli”

¿Seremos agentes de cambio de nuestro propio entorno?