Lluvia
constante es una obra de teatro en donde se lucen Rodrigo de la Serna y Joaquín
Furriel
Lluvia
constante es lo que estamos padeciendo desde hace muchas horas, demasiadas
horas
La lluvia,
como otras inclemencias climáticas, nos reflejan tal cual somos, nos muestran
en qué lugar de la sociedad estamos parados: No es lo mismo estar contemplando
la lluvia desde un acogedor departamento, en lo alto de una torre del porteño
barrio de Belgrano, con una inmejorable vista a las barrancas, que tener un
negocio en el mismo barrio y tener que vender las mercaderías a precio de costo
porque el agua arrasó con ellas. No es lo mismo apurar un malbec mientras
observamos como llueve sobre un viñedo
mendocino que estar empujando un destartalado auto, que hace las veces de
remís, en las inundadas calles de los confines del Gran Rosario.
Pero muchas
veces la lluvia también nos empareja, nos deja sin luz a todos por igual, nos
inunda, nos embronca al sabernos tan indefensos. No importa en qué lado de la vida
o de la vereda estemos parados, la lluvia nos moja por igual
Encima la
lluvia, como en la obra de teatro, envuelve todo de tristeza, la lluvia provoca
melancolía, la lluvia precipita el ánimo, decanta las broncas, saca a relucir
mucho de lo que queremos esconder. Nos hace descubrir lo desamparados que
estamos. Nos manifiesta que podemos morir o perder todo a causa de ella.
Pero la
lluvia también permite reflejarnos y descubrir quiénes somos realmente
1 comentario:
Excelente post. Un abrazo.
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